Memorias de un encuere

Para no saturar la bitácora del tema del momento, me abstuve de compartir con los lectores mi experiencia en el desnudo colectivo convocado por el fotógrafo Spencer Tunick en el Zócalo de la gran Tenochtitlán. Sin embargo, he aquí que me hallé un grupo en hi5 con el título más puntual que se le pudo haber dado: "ME ENCUERE EN EL ZOCALO en la foto de Tunick".

Las crónicas de los encuerados que he leído casi siempre tienen los mismo elementos: Las especulaciones previas al hecho, la numerosa participación, la insólita cantidad de autos transitando por la madrugada en las calles del Centro Histórico, la percepción de cómo se desarrollaron las cosas y una que otra reflexión acerca de cómo se sintieron después de participar en una actividad de esta índole. Para no variar, este es mi relato.

Me enteré de la convocatoria muy a destiempo, casi en el cierre de inscripciones y, para colmo, como no tenía impresora, tuve que pedirle a Adrián que me dejara imprimir el formato con el cual se nos daría acceso a la plancha de la Plaza de la Constitución. Nadie se hubiera enterado ni armado escándalo de no ser porque, el día anterior a la foto de Tunick, se verificaría la fiesta de graduación de mi cuñada Magda. Así, tuve que comentar en la mismísima casa paterna "yo voy a ir a la foto de Tunick". La reacción de mi mamá no se hizo esperar y, alzando la voz entre las demás, me inquirió "Estás bromeando, ¿verdad?". Como es natural, mi respuesta fue un lacónico "No", seguido por las explicaciones de Norma y Gerardo, condimientado por los comentarios pícaros acerca de la admiración que seguía denotando mi mamá.

Fuimos a la fiesta de graduación. El día anterior me había cortado el cabello con un corte de lo más pinchi, pero eso no me restó valor para desistir de la idea de presentarme puntual a la cita con Tunick. La noche fue brevísima, Gerardo nos alojó en su casa para llegar más pronto al centro de la ciudad. Cuando arribamos a los rumbos de la Alameda Central aquello parecía un domingo al mediodía. Nos desviamos a una calle paralela a la avenida Juárez y en un santiamén llegamos al Eje Central. Me bajé del auto, enfilándome rumbo al Zócalo, dejando atrás críticas, prejuicios y el cansancio de haber dormido tan poco.

Tuve suerte de no ir acompañado y de no haber hecho caso de la euforia del colectivo. Pasé inadvertido y fugaz por enfrente de los encargados de la seguridad, mostrando el mentado formatito y me instalé en el lugar que me fue indicado, casi enfrente de los sanitarios públicos que se habían instalado ex profeso. Por esta casualidad, me tocó ver a un par de conocidos en las cercanías: Un compañero de grupo en un curso de video digital y un profesor de la UAM, colega de Jordy. Pasado cierto tiempo, harto de curiosear y escuchar charlas insulsas, me levanté del pavimento para dirigirme al sanitario. Cuando salí, advertí la figura de Diego, un compañero de la maestría, quien iba con su novia a atender los mismos menesteres. El resto ha quedado suficientemente documentado: La algarabía, la premura con la que nos desnudamos, las ocurrencias de no pocos, la desorganización, y, lo principal, la serie de fotografías que Spencer Tunick iba captando.

Me resulta curioso que la misma persona que inició el grupo "ME ENCUERE EN EL ZOCALO en la foto de Tunick" en hi5 sea la misma que me hallé aquél día y con quien compartí la tertulia. Alguna vez, un colega me decía, "no es que el mundo sea muy chico, es que nosotros somos demasiado grandes para él". ¡Voooy!

Comentarios

  1. ¡¿Participaste?!

    ¿Me mandas la foto? ¿Si ¡Anda, porfis!

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