Comemierda

Eat my Sh...Nos contaba un profesor cubano que allá en su país el peor insulto que puede recibir una persona es: "Es usté un comemierda". Obvio, acá en Mexicalpan tenemos insultos peores, pero las benditas diferencias culturales los hacen incomprensibles para nuestros hermanos latinoamericanos. Sin embargo, después de hondas cavilaciones llegué a la conclusión de que muchísimos habitantes del Ombligo de la Luna somos, literalmente, unos comemierda.

Antes de que se me esponjen y me recuerden la jefecita, debo acotar que no es insulto lo que les digo, sino la simple verdad. Lo peor del caso, es que ni nos damos cuenta, ni hacemos algo por revertir la situación y nos quedamos como el chinito, "nomás milando" (Aclaración: Nótese el uso del diminutivo "chinito", para diferenciarlo de "el chino" que coopela). La neta es que somos unos comemierda debido a la cantidad de excrementos de perro que contaminan la ciudad. No estoy descubriendo el hilo negro, pero, xinguada, da coraje que los dueños de las mascotas los saquen a pasear y no tengan la decencia de recoger sus heces; al contrario, mientras su guaguá hace del cuerpo, el interfecto se pasea por ahí, viendo los pajaritos o leyendo el periódico hasta que el otro hijo de perra deja de cagar. Como diría el chinito del anuncio (por los rizos, no por la nacionalidad) "¡Qué poca!".

Por ahí hay leyes y reglamentos que obligan al dueño del perrito a convertirse en su valet de merde, pero como no hay polecía que lo vigile, tan a gusto que saca a su mascota a poposearse y nosotros a respirar -e ingerir ¡horror!- sus microfregaderas. Advierta el lector que en México, comemierda es un insulto mínimo, después de que la máxima investidura del país está ocupada por FeCal.

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