Canto de un amor desesperado

Entre nubes y beso se forjó una alianza. Un camino dual, una distancia de casi diez años y un destino incierto dieron vida a un cariño súbito. Cariño desquiciado que en figuras coloridas subía al cielo, coqueteando al viento y atiborrando de dulzor la atmósfera.

Y luego la pausa para el decir de los cuerpos. Sublimados uno en el otro, la aquiescencia fragmentaria del tiempo en melódica compañía del gemido. El perfume sobre la piel se dejaba rasgar por el deseo tumultuoso de una entrega plena.

Nombre antiguo y femenino. Larga cabellera cubriendo hermosamente cuello y hombros. Vello aquilatado por caminos de humedad. Y una voz sensual para erguir en rito momentáneo tu dicha aplazada. Un número trino da a un par el uno que amalgama. Colma tu boca mi desesperación y tus manos, mi desenfreno. Ven mía, como eres, a mí; a mis indecibles antojos. Dale vida a los caros adjetivos.

Él entonces impone un compás de duda. Es el vidrio o lo que se le asemeja un tirano que humilla. Va en pos como de la presa y la presa lo aprisiona, lo hace suyo, le impone un hábitat para sus ansias y demás lubricidades. Así cedo ante la sonrisa y el gesto acostumbrado. Somos yerba que crece hacia el Sol. Un puñado de semillas que de vida vibran vigorosas. Y crezco en tí, regado de tus caricias.

Comentarios

  1. Gracias, Ale. Fue en un momento de inspiración muy bien aprovechado. Me alegra que te haya gustado, parce.

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