Democracia Imperfecta

Aquel caballero tenía por costumbre salir a votar muy temprano en cada elección presidencial. Se levantaba casi de madrugada para comenzar su ritual democrático: Se duchaba y afeitaba con esmero. Se engomaba el pelo y, sonriente, vestía las finas prendas que habían sido dispuestas desde la noche anterior. Frente al espejo ensayaba una pose hierática, que adoptaría al momento de depositar su voto en la urna. Finalmente, salía a paso veloz rumbo a la casilla donde, en forma grandilocuente, haría evidente a los demás su convicción de "cambiar el estado de cosas, no con balas ni discursos, sino expresando la voluntad del pueblo a través del sufragio".

Como cada seis años, su ánimo decayó y, con el corazón contrito, recordó aquello que él mismo solía repetir exaltado: "En México, los muertos no votan". Y se devolvió al Inframundo, a sufrir la desazón de otra democracia imperfecta.

Comentarios

  1. Bendita/lamentable realidad que inspiró tan bella narración

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  2. gracias por el halago/lamentación, ale =)

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  3. Anónimo10:30 a.m.

    X la ccalle, en los bares, en el trabajo, en el metro... siempre al costado, enfrente y atrás... siempre los muertos.

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  4. joselo, tu reflexión me recuerda a una canción de rockdrigo: "ratas, por todas partes (...)", seguro que la conoces ;-)

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  5. Me declaro neófito por decisión respecto a rockdrigo. ;)

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  6. vale! a mi me gusta la lírica de sus canciones, que conste =)

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