Azul 2007

El Cruz Azul es una telenovela cuyo final feliz se ha prolongado innecesariamente. Desde haber tenido que soportar la pérdida por un año de dos de sus pilares en la defensa (Salvador Carmona y Aaron Galindo) hasta conseguir un superliderato que lo lleva a ser el primer clasificado a la liguilla, pero que de nada le sirve a efectos de convertirse en campeón. Esto sin olvidar las derrotas propinadas por sus más acérrimos rivales deportivos, Chivas, Águilas y, más recientemente, los Pumas de la UNAM.

A la Máquina Celeste le pasa de todo. Compran a precio de oro a un jugador carismático (Francisco "Kikín" Fonseca) sólo para perderlo a partir de las concentraciones de la Selección Nacional rumbo al mundial de Alemania 2006. Y qué decir de la cantera de jóvenes: Ricardo Osorio se proyecta al Stuttgart, donde triunfa gracias a su capacidad individual; Aaron Galindo acaba por darle patadas al pesebre y, aconsejado por el preclaro presidente del Hércules de Alicante en España, se queda en un equipo en el que juega la posición de calientabancas, César Villaluz se eclipsa ante la confianza que su entrenador deposita en su delantera plagada de cracks y Julio Domínguez tiene su oportunidad gracias a la falta de elementos en el cuadro bajo.

Cuando secuestraron a Rubén Omar Romano, la afición parecía enganchada con este equipo de telenovela; la AFI lo liberó de sus captores y el pueblo azul lo ovacionó hasta las lágrimas. No ocurrió lo mismo cuando, en la misma temporada, la racha casi perfecta de su entonces auxiliar Isaac Mizrahi se vino abajo y culminó en una dolorosa eliminación en la liguilla.

La cosa no termina ahí. En el más reciente torneo, fiel a una extraña tradición, el equipo vive una serie de altibajos que acumula victorias y derrotas. Luz y sombra en un campeonato donde el que se lleva la copa viene de jugar un repechaje.

Para el 2007 Isaac Mizrahi ha sido confirmado en la dirección técnica del equipo. Los jugadores base, con excepción de Rafael García, que ha sido puesto transferible, parecen gozar de la misma suerte que su entrenador. Las altas y posibles refuerzos extranjeros se manejan con el mayor sigilo y los directivos dan la muestra de estar aprendiendo algo de cómo se maneja a una escuadra de fútbol, después de haber cometido cualquier cantidad de errores y de perderse de lo más preciado para un equipo: El trofeo de campeón.

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