Acuse de recibo

Hoy te escribí brevemente, pidiéndote saber si aún me amabas. Al no recibir respuesta, hice mil conjeturas, entre ellas, la posibilidad de que has dejado de quererme y que, por temor a lastimarme, callas. Así, creo que es justo decirte que me doy por enterado y se que he perdido tu cariño. Lo que me duela esta suposición, a partir de ahora y hasta el momento en el que lo confirmes o lo niegues, es mi culpa. Te libero, pues, de tus promesas, para que no vivas con la angustia de verme desolado y meditabundo.

Cuán perfecto era todo entre tú y yo, que me olvidé de mis temores e infortunios del pasado. En verdad, te agradezco la dulzura y compañia. Sin embargo, no atino a responder las fieras preguntas que la razón me inquiere, cuando pienso en las causas de tu distanciamiento. No hay lógica en pedir amor y dudar en otorgarlo. Esa cuestión, entre otras tantas, me absorben y me llevan a crispar las manos, en un gesto vacío y suicida. Y ruego a Dios que me de fuerzas para no hundirme en la locura.

Todos estos días pasados, han sido una tortura sin tu presencia. Tener que acostumbrarme a ese dolor impío me hiere sólo de pensarlo. Quién diría que hay una sencilla solución a todo esto: Escucharte de nuevo, diciendo que podemos volver a amarnos.

Comentarios

  1. muy lindo!
    que buen escrito, creo que me identifico en algunas cosas de las que escribes
    saludos

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  2. Estas lo que se dice "bien cabron" felicidades!!

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