La industria del chisme

Después de Iraq, México es considerado uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo, debido a los asesinatos de periodistas en años recientes. Sin embargo, esta noción excluye a los comunicadores que ejercen su profesión dentro del llamado "mundo del espectáculo"; el mayor peligro al que pueden exponerse es ser agredidos brutalmente por compañeros de juerga, que incumplen su palabra de conseguir a "chicas buena onda" para unirse a la fiesta.

El caso de Fabián Lavalle (a) Fabiruchis es paradigmático en muchos sentidos. Recordamos con náusea la extensa cobertura que se le dió a los hechos; el morbo y la avidez con la que el auditorio consumía tales noticias; los comentarios estúpidos, homofóbicos y fuera de lugar de los conductores de programas de radio y televisión. El escándalo vende, porque apela a los sentimientos más innobles de la especie humana: El odio, la venganza, el escarnio, la ira desmedida... Si el agredido hubiera sido un hombre cualquiera, no hubiera pasado de la nota roja; pero al ser una figura pública, los efectos han sido mucho más perniciosos.

Mientras la postura oficial en torno a Petróleos Mexicanos se resume en: "Pemex no se privatiza; se fortalece", los medios de comunicación simplemente se hacen eco de esta falacia y aprovechan cualquier resbalón de algún personaje famoso para distraer al auditorio de los temas trascendentales de la vida nacional. Si descubrieron al tal Fabiruchis besándose con otro hombre o si el futbolista brasileño Ronaldo tuvo un incidente desagradable con un grupo de travestis en Río de Janeiro, no debiera más que ejemplificar la ruina moral de nuestra sociedad, pronta a efectuar juicios sumarios contra quienes atentan contra "sus valores", pero impedida para abogar en favor de una mejor educación sexual.

Algo ocurre dentro de una sociedad cuando ésta se halla sedada por los efectos del exceso de información anodina. Adviértase la paradoja que ocurrió con los familiares de Fabián Lavalle, que dejaron de ver la televisión, citando al conductor: "Mi familia ya no ve nada, todo se salió de control". Por salud mental, debiéramos seguir su ejemplo.

Comentarios

  1. Anónimo3:34 p.m.

    pues cada vez se ve menos tele digo yo, desde hace mucho que deje de hacerlo, desde aquel 11 de septiembre cuando repetian la caida de las torres hasta el vomito, desde aquella vez que mataron a Paco Stanley, desde aquella ocasion que se inauguro el asqueante teleton, y no se cuantos desfiguros mas, y aun asi es realmente inevitable salir de su espectro de influencia, mas bien lo que hay que afinar es nustro sentido de humor e ironia ya que todo lo que se ve en TV es en realidad una parte inegable e indeseable de los seres humanos, la estupidez inata, no crees??

    Saludos!

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  2. Yo, sí veo tele es porque hay algún evento deportivo que me interesa, fuera de ello, la televisión abierta no tiene mucho que me resulte atractivo. ;)

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